Pensando en mi pasado, en lo que he hecho hasta ahora…
Hoy, una amiga comentó algo que me hizo recapacitar y pensar
¿me pasa lo mismo a mí?, si “no haces nada”, si te tomas un descanso, tan corto
o largo como necesites realmente estás fallándole a alguien?, ¿eres peor
persona o menos profesional por ello?, ¿tienes que estar ocupada todo el día
para sentir que los demás te valoran?, ¿ eres vaga o poco trabajadora porque
decidiste parar a respirar, a recapacitar, a cargar las pilas?.
A mí siempre, mi entorno cercano me ha tachado de vaga, de
mal trabajadora (claro, te han echado porque no vales para nada), me han
mermado tanto la autoestima que si no hago cosas por y para los demás, que si
no paso por el aro de muchos, me siento mal, siento siempre que estoy fallando
a alguien… Tengo grabado a fuego tanta palabra de desaliento, tantos momentos en los que me he sentido una fracasada.
Dejé de estudiar a los 17 años. En secundaria repetí un
curso y ese fue mi final…ya bastantes problemas de adaptación tenía como para
caer en la clase de la “acosadoras”, después de sufrir bullying durante mucho
tiempo con ellas decidí salir de allí y terminar mis estudios en el instituto
de adultos donde, por cierto, me fue fenomenal y pasé unos años estupendos.
Y entre estudios decidí ponerme a trabajar. La situación en
mi casa no era demasiado buena y yo quería ayudar en lo que pudiera además de
sentirme un poco independizada económicamente aunque la cosa estaba difícil
pues por aquel entonces pensaban que el dinero que yo ganara lo tenía que
entregar entero y serían ellos los que decidirían qué, cuánto dinero darme y
cuándo dármelo…
Siempre tuve una profesión frustrada y la sigo teniendo:
Cantante, bueno, la música en general, siempre quise estudiar en el
conservatorio o en la escuela de música pero nuestra economía no nos lo
permitió, de hecho a mi madre le hubiera encantado ver ese sueño mío hecho
realidad y aunque hizo por ayudarme a conseguirlo al final no pudo ser. Cuando
surgieron oportunidades más serias yo ya no quería, tenía demasiado aquí a mi
lado que perder si probaba suerte fuera y aunque mi familia, especialmente mi
madre, pensó que ya había perdido el interés por cantar, la verdad es que
seguía siendo gran parte de mi mundo, solo que estaba enamorada y el pensar
separarme de la persona que por primera vez en mi vida me había amado de verdad
pues no me compensaba… Y aquí sigo, con mi sueño frustrado!! Pero muy feliz de
seguir al lado de mi enamorado tras 17 años y de que se haya convertido en el
padre de mis hijos.
Bueno, la cuestión es que comencé a trabajar en una casa. Este
fue mi primer trabajo con 18 años recién cumplidos. Se suponía que debía cuidar
de una niña pequeña y un bebé y hacer lo básico, me encontré siendo la chacha
de la casa. Trabajaba de 7:30 a 16:30 horas, mientras que llegaba desde mi casa
resulta que tenía que salir de casa a las siete de la mañana y legaba más allá
de las cinco de la tarde. Abusaron de mí, no sólo tenía que ocuparme de los
niños (el bebé magnífico, la niña de 4 años muy mal educada, así,
literalmente), sino que también debía limpiar de raíz la casa cada día, fregar
cada suelo de cada habitación con dos o tres cubos de agua, planchar la ropa
del marido y de los niños, prepararle la comida a los niños y por supuesto,
dársela, aguantando las impertinencias de la niña como “tú a callar y a limpiar”
cuando le decía que comiera en vez de ver la tele… (muy bien educada, sí
señora, tal y como era la madre, a su imagen y semejanza) y las suyas propias.
Del marido no diré nada porque se portó bien, incluso pienso que me entendía
taaan bien... No contenta con esto, esta señora me espiaba en mi tiempo libre o
cuando me ponía enferma para constatar que no la estaba mintiendo…y todo esto…
¿por cuánto?, por 50.000 cochinas pesetas y sin asegurar, sin contrato, pues
amenazaba con bajarme el sueldo si me daba de alta (ella es funcionaria de la Junta,
así nos va…). Tras unos meses puteada, así, sin más, una mañana mi madre me
dijo que ya no fuera más, que no quería que siguieran abusando de mí y así lo
hice, no aparecí más. Encima la mala fui yo y se dedicó a ir a donde me habían
conseguido el trabajo para desprestigiarme y soltarmentiras sobre mí.
Luego, tras esa experiencia he hecho muchos trabajos
mientras seguía estudiando, compaginando ambas cosas como podía, estudios y
trabajo y haciéndolo al ritmo que podía.
He trabajado de camarera en una de las “cafetería-pastelería”
más famosas de la ciudad, aunque duré poco tiempo pues a mi padre, dentro de su
condición de alcohólico no se le ocurrió otra cosa que intentar suicidarse (por
primera vez, luego vendrían más veces) y culparme de ello “por no querer
obedecerle” dejando una nota escrita, yo me hundí tanto, sentía tanta rabia y
pasaba tantas horas a las puertas de la UVI que dejé el trabajo a pesar de que
estaba bien en él. No podía seguir. Me prometieron readmitirme cuando pasara la
tormenta pero nunca lo hicieron, nunca más volví allí. Por aquel entonces ya
comencé con mi voluntariado haciéndome catequista de comunión de mi parroquia, hui
de allí tras ver demasiadas cosas que no me gustaron dentro de la Iglesia. Una
cosa es ser creyente y otra tragar con todo…
También pasé por tiendas de moda como dependienta, como
frutera, en un supermercado haciendo de todo un poco y en panadería donde fui bastante feliz y donde me valoraron, por primera vez muy
positivamente, tanto que el encargado me pedía que por favor, buscara algo
mejor, que yo valía mucho más que para estar allí… lástima que fue un contrato eventual por
temporada de navidad y tras pasar el contrato de tres meses no se me renovó
como ya sabía que sucedería.
Luego trabajé en otro supermercado como auxiliar de
frutería, puesto que no me permitían pisar puesto que me tenían de chacha
limpiando todo, reponiendo y arreglando sus desastres…me trataban con burlas y
malos modos, me hacían el vacío y me despreciaban. Un día limpiando me hicieron
subirme a una caja de fruta para llegar al estante, resbalé y me hice un esguince
en un dedo de la mano derecha. Aun así no me di de baja y seguí trabajando.
Hasta que un día, tras aguantar tantísimo estrés y abuso me puse enferma, me dio
una tremenda gastroenteritis que me tenía en el baño cada cinco minutos. Me di
de baja tres días, me echaron. Fue la primera vez en mi vida que me alegré de
que me echaran, mi pesadilla había terminado, bastante había pasado ya en el
instituto y bastante pasaba ya en casa.
Una vez más, mi entorno me llamaba fracasada, que había que aguantar,
que no servía para nada…
Tras estos primeros empleos he hecho un poco de todo pero al
centrar mis estudios (estudié de todo un poco dentro de mis preferencias) en la
administración, las finanzas y la atención al cliente decidí probar suerte en
este campo.
He sido encuestadora telefónica en una empresa de estudios
políticos y de mercado, he trabajado durante años en la tienda del entonces, mi
novio detrás del mostrador y llevándola junto a él, he trabajado como
teleoperadora en el servicio postventa de una de las empresas de telecomunicaciones
más importantes del país, como tantos y tantos…muchos pasamos por ahí.
Viendo que nada cuajaba, que no encajaba en ningún sitio y
que nadie me valoraba incluso probé
suerte emprendiendo y abriendo una tienda junto a mi pareja con mucha ilusión.
Tras año y medio luchando por sacarla adelante, de sacrificios y de trabajar de
sol a sol, de lunes a domingo… teníamos a tantos “enemigos” y competencia deseal
alrededor que tuvimos que abandonar antes de estrellarnos del todo. Fue muy
duro, un fracaso más que me hizo pensar que de verdad no servía para nada…
Ya viviendo con mi pareja me seguí formando en Comunicación, Atención al Cliente y RRHH, que
me apasiona, es entonces cuando comencé a trabajar como administrativa contable
en una empresa de reciclaje de papel, incluso, tras mis estudios como
diseñadora web les hice la web de la empresa, pero aunque fue un trabajo
estupendo fueron unas prácticas remuneradas por lo tanto con una fecha de fin
así que desgraciadamente y a pesar de estar en la gloria allí terminó mi
contrato y me tuve que marchar.
Comencé otra formación, esta vez una FPE de Auxiliar
Administrativa en donde conocí a gente estupenda y buenos profesionales. Uno de
ellos fue especial para mí precisamente por su papel en ese curso: fue el coach
encargado de formarnos en atención al cliente y comunicación entre otros... Él
sacó, como buen coach, lo mejor de cada uno de nosotros y en mi caso marcó un
antes y un después en mi vida profesional y personal, pues aprendí a quererme y
valorarme, mi autoestima se disparó al ver que alguien profesional como él
valoraba mi esfuerzo y mi trabajo, me dio confianza en mí misma y también en
los demás, vi que sí que valía, vi que era profesional, que no era una inútil que
no servía para nada como tantas veces me habían dicho tiempo atrás… comencé a
ver la luz y a sentir y comprender qué era lo que realmente quería hacer con mi
vida y sobre todo con mi vida laboral. Lo tenía decidido, era una buena
profesional en lo mío: RRHH, coaching y comunicación, así que seguiría por ese camino. He de decir que nunca podré agradecer lo suficiente a esa persona lo que hizo por mí. Junto a mis padres, mis hijos y mi marido es el ser que más luz a aportado a mi vida.
Hice unas prácticas maravillosas tras esta formación, entré
a trabajar en una ETT como administrativa de personal y terminé adquiriendo y
haciendo funciones propias de un consultor de RRHH, hacía entrevistas, me
encargaba de cribas, cursos de PRL, de dinámicas de grupo… tanta experiencia
adquirí y tantísimo disfrutaba con mi trabajo que seguí trabajando en ello y
comencé a formarme en coaching, hasta me ofrecieron un puesto de responsable de
RRHH en un hotel de un municipio de aquí…no pude acceder por no tener coche
propio.
Y después de todas estas experiencias laborales me quedé
embarazada de mi primer hijo y decidí parar, tomarme un tiempo hasta que mi
hijo fuese un poco más mayor. Mientras seguí formándome en lo que pude. Al
verme de nuevo fuera del mercado laboral comencé a sentirme mal de nuevo…perder
esa autonomía esa independencia me hicieron volver a sentir bastante inútil.
Cuando mi hijo nació me cambió la vida, se tornó maravillosa…
dejé de pensar en que no valía para nada, ¿cómo no iba a valer si había creado
dentro de mi vientre a un ser tan perfecto y maravilloso como mi hijo?, me
sentí, por primera vez en mi vida, completa. Por fin tenía un hijo, el sueño de
toda mi vida y ahora me tocaba ser madre, el mejor trabajo del mundo, sin duda
alguna y el que más satisfacciones te da.
Desde entonces he ido transformándome en una persona nueva,
con otra perspectiva, otros objetivos, con sus malos momentos también, por
supuesto, pero con una madurez que solo te da la maternidad. A los tres años
tuve a mi pequeña princesa y desde entonces me siento la mujer más feliz y
afortunada del Universo.
Gracias a mis hijos me hice blogger, comencé a escribir
sobre mi maternidad sin esperanzas, pensando que a nadie le interesaría...a día de hoy me siguen miles de personas, más tarde comencé a ayudar a otras madres que me
consultaban y finalmente creé una asociación en apoyo a esas madres que tan
solas, apartadas y perdidas se sienten a veces. No gano dinero, es
voluntariado, pero la satisfacción personal es tan grande que me merece la
pena, me merecen las horas y el trabajo que me lleva sacarla adelante.
Y desde entonces he ido conociendo a mucha gente, muchas personas han pasado por mi vida, todas me han aportado algo, bueno o malo, pero alguna enseñanza. He conocido a mujeres sabias y maravillosas que me han hecho volver a creer en el poder de la mujer, que me han vuelto a hacer confiar en nosotras.
Y desde entonces he ido conociendo a mucha gente, muchas personas han pasado por mi vida, todas me han aportado algo, bueno o malo, pero alguna enseñanza. He conocido a mujeres sabias y maravillosas que me han hecho volver a creer en el poder de la mujer, que me han vuelto a hacer confiar en nosotras.
Y después de todo esto…piensas: -¡Ey!, ¿qué es eso de que no
vales para nada, de que eres una vaga?, has hecho de todo, tienes montones de
experiencias vividas, eres una persona especial, como todos y cada uno de los
seres que habitamos la Tierra, no eres menos que nadie, eres TÚ, mereces ser
respetada, mereces respetarte a ti misma, mereces una oportunidad de seguir
cumpliendo metas cómo y cuándo te veas preparada. Has hecho MUCHO, has dado
siempre lo mejor de ti cuando te han dado oportunidad. Eres buena.
En estos últimos dos años mi vida se convirtió en un caos. Perdí a mi hermano mayor, perdí a mi madre querida y al mes casi pierdo a mi padre también, ahora gran discapacitado tras una apoplejía que lo ha dejado hemipléjico para siempre y atado (literalmente) a una silla de ruedas. Mi alma, mi ser se hundió tanto en la tristeza y el dolor que a día de hoy aún sigo curando las heridas y uniendo cachichos de mi alma y corazón. Desde entonces no termino de ser yo misma.
Ahora quiero volver a trabajar, formarme más profundamente
en lo que me apasiona: el coaching y los RRHH, para poder seguir ayudando a
otras personas a descubrirse y quererse, a valorarse, a desarrollarse; como
hago en la asociación, pero, ahora sí, cobrando por mi trabajo. Me queda mucho por luchar, por trabajar, por aprender pero sé que poco a poco volveré a ser yo misma y lo lograré.
A pesar de todo lo “malo” o todo lo que nos hace sufrir, le
doy gracias a la vida por haberme traído, por cada experiencia vivida, por cada
vivencia, por cada momento…porque me enseña a ser cada vez más feliz con menos
y sobre todo a ser YO MISMA.